viernes, 5 de noviembre de 2010

Cabe a los artilleros la gloria de haber sido los que primeramente iniciaron y propusieron un plan completo para promover un levantamiento general en toda España contra las tropas francesas. Era autor y depositario del proyecto D. Pedro Velarde y Santiyán, capitán Secretario de la Junta Superior Facultativa del Cuerpo de Artillería, quien secundado activamente por su compañero y amigo D. Luis Daoiz, había conseguido extender la confabulación a distintos puntos de la Península (entre los oficiales de Artillería que se adhirieron y trabajaron con más entusiasmo para la realización de plan tan vasto y atrevido, deben citarse: en Madrid, Don Joaquín de Osma, Don Juan de Azeco y Fernández de Mesa, Don César González, D. Juan Nepomuceno, muerto en la defensa de Zaragoza en 1809, y Don Francisco Novella; en Segovia, los profesores de su Colegio Don Francisco Dátoli, que más tarde manchó el prestigio de una honrosa y larga carrera, muriendo en Sevilla al servicio de los enemigos de su patria, Don José de Córdoba, Don Francisco J. De Carasa, Don José Dalp y Don Felipe Carpegna, y en Plasencia Don Rafael Valbuena, coronel director de la fábrica de armas), y cuando, luchando con el cúmulo de obstáculos consiguientes a estar vigilados, intervenidos o secuestrados por los imperiales todos los recursos militares de la nación, se comunicaba a los departamentos las instrucciones necesarias para poder llevar a completo término tan noble y generosa empresa; cuando estaba ya todo dispuesto (Estaban designados los puestos donde habían de concentrarse las tropas veteranas y las milicias para formar los ejércitos; los parajes donde se habían de acopiar las armas, municiones y víveres; los generales y oficiales que debían ponerse al frente de las tropas; los lugares en que se había de sorprender e interceptar el paso a los correos franceses: en una palabra, estaba adoptado todo el sistema de guerra que se había de plantear y proseguir sin intermisión hasta expeler completamente al enemigo de la Península.), los escrúpulos de la disciplina indujeron a Velarde a presentarse imprudentemente al ministro de la Guerra Don Gonzalo O'Farril, para darle cuenta del proyecto y pudiese así el Gobierno tomar la dirección de los sucesos. Sorprendido el Ministro, felicitó al autor del plan, ofreciéndole su cooperación secreta, pero decidida, para realizarlo; mas desde aquel momento se notaron más precauciones por parte de los franceses, y hasta llegóse a alejar a los oficiales de Artillería de los destinos en que podían ser más temibles. Tal era el estado del asunto, cuando se desarrollaron los memorables sucesos del DOS DE MAYO.

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